El Imperio Hispánico

En el siglo XVI España se convirtió en el imperio más extenso que había existido hasta el momento. A lo largo del siglo siguiente se fragmentó perdiendo su superioridad en Europa y viéndose acosado por otras naciones europeas.

El imperio hispánico estaba formado por numerosos territorios diferentes: España, Países Bajos, gran parte de Italia, algunos territorios de centroeuropa, las colonias americanas y numerosos territorios en África y Asia, incorporándose el reino de Portugal en 1580.

Cada territorio mantenía sus propias leyes e instituciones, pero todos tenían el mismo rey que dirigía el ejército, declaraba guerras, firmaba la paz, organizaba instituciones y establecía impuestos.

No obstante, su poder no era absoluto, algunas decisiones como la aceptación de nuevas leyes necesitaban ser aprobadas por los Parlamentos o asambleas de cada territorio. Además, algunos reinos como el de Aragón tenían instituciones como la de Justicia de Aragón que se encargaban de que el rey no vulnerase las propias leyes de ese territorio.

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